Esta es la cocina. Supongo que pensareis que aparte de que tiene pintas de ser un poco vieja no tiene nada en especial. Espero que allá donde viváis, no tengáis así la cocina.
La encimera suele ser aquel lugar donde se pueden dejar algunas cosas y que sirve para manipular el alimento, como cortar cebolla, pimientos, etc. Ya me entendéis. En el nuestro pretendemos hacer una torre más alta que la de Babel con solo vasos, platos, sartenes y cubiertos. ¿Lo conseguiremos?

Para que vana ha hacer una incineradora si nuestra cocina se puede usar como vertedero, aunque pensándolo bien ya queda poco para que se llene.
Aigor en los ratos libres hace experimentos raros, en uno de ellos acabo quemando el microondas. Mirar el estado en el que quedo. Aún hay olor ha quemado. El microondas empezó a arder y además dijo que fue después de usarlo cuando ya no estaba en marcha. Quien quiere que se crea eso, la ardilla!
Menos mal que le obligamos a traer otro.
Aunque esta lavadora parezca una simple lavadora, que no os engañe su simple aspecto, porque por dentro es malvada. Ya no la encendemos porque las últimas veces empezó a dar unos saltos que hizo que se levantara la encimera unos 5 centímetros. No podía pasear por la cocina como todas las lavadoras que fallan!
Verdad que la cueva de Aigor no es lo único que da miedo. Y es que donde esté Aigor hay caos. Aunque no lo parezca es culpa de Aigor, porque está semana le tocaba la limpieza, y ni siquiera saco el lavavajillas para que pudiéramos meter los platos sucios. Tampoco saco la basura cosa que deberá haber hecho él. Os preguntareis que porque es culpa suya y no de todos y es que como unos siempre ensucian y nunca limpian nos organizamos para que cada semana uno se encargara de las tareas. Que caos.
En el balcón también te puedes encontrar con sorpresas.
Solo en el bosque salen perrechicos. Nooo, el nuestro balcón también. Aquí tenéis la prueba.
Tampoco os extrañéis si la dueña del piso ponía clavos en las macetas.
También acostumbraba a tener botellas y cristales en las macetas.
La pregunta del millón. Que comerán hoy los del piso si la balda de arriba es la mía y las compras se hacen el martes.
La verdad es que da igual, porque si no hay platos donde comer ni cubiertos en que comer. Pues no se comer.